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17 abril 2014

Las inversiones británicas en Argentina. El caso de los ferrocarriles (1860-1914)



Tema : Las inversiones británicas  en  Argentina. El caso de los ferrocarriles (1860-1914)
Introducción
El presente trabajo pretende analizar los distintos puntos de vista sobre los efectos de la inversión extranjera en especial las de origen británicas en el país, sobre el  sector de los ferrocarriles. Considerando a la tesis liberal en contraposición con la tesis nacionalista sobre los efectos que tuvieron sobre los hechos económicos y políticos del país.  
Las Inversiones Extranjeras
Desde la segunda mitad del siglo XIX, Argentina comenzó a recibir los excedentes de la acumulación de capitales de los países industrializados. Los ciclos de inversión se dieron en tres etapas como describe Andrés Regalsky  en su trabajo Las inversiones en  la Argentina (1860-1914)[1].  La primera etapa entre de 1862 a 1875,  que abarca la presidencia de Mitre con la reunificación de la Confederación Argentina  y culmina con el auge de los empréstitos nacionales y provinciales entre 1870 a 1874. La segunda etapa comprende desde 1881 hasta la crisis financiera de 1890. El último ciclo del análisis de inversiones extranjeras se sitúa entre 1903 a 1914 con el comienzo de la Primera Guerra Mundial.
Diversos factores locales ayudan a explicar  la intensidad con que los capitales ingresaron en el país. Entre los factores citados por Regalsky se encuentran; la marcha de las actividades productivas del país ligadas con el comercio exterior; el estado de las finanzas públicas y la situación cambiaria; por último los actos institucionales que el Estado Nacional instrumento para garantizar los procesos de inversión. La distribución de los capitales extranjero en la Argentina se concentraron en los primeras etapas de los  ciclos de inversión en la compra de empréstitos públicos. La segunda alternativa de inversión se dirigió en la construcción y la explotación de ferrocarriles y puertos. Las cedulas hipotecarias y la inversión de particulares en el agro argentino fuer el tercer destino de las inversiones.
 En la Argentina las autoridades naciones  proyectaron, mediante la acción y garantías de Estado, alentar la formación de empresas extranjeras.[2] En general hasta que un mercado monetario local y un sistema bancario puedan afianzarse en forma correcta, los gobiernos latinoamericanos dependían de las casas europeas para préstamos y ayuda a corto plazo.[3] Los principales inversores fueron los británicos cuyo destino de sus inversiones fueron hacia los bonos del Estado y los ferrocarriles. Otros países europeos también realizaron inversiones en Argentina; Francia invirtió en ferrocarriles y el puerto de Rosario; Alemania destino sus fondos en electricidad; Bélgica volcó su inversión  en la compra de cédulas hipotecarias emitida por los bancos oficiales. A comienzo del siglo XX comenzaron arribar capitales norteamericanos que se dirigieron hacia los bonos estatales y los frigoríficos ocupando espacios dominados por el mercado británico.[4]
Los Ferrocarriles en Argentina
La construcción y explotación de los primeros ferrocarriles en el país fueron el resultado de acontecimientos políticos combinados con factores económicos locales e internacionales. La red ferroviaria experimento un crecimiento en su extensión en varias etapas: Una primera entre 1887 a 1891 de crecimiento acelerado, la segunda entre 1892 a 1906 de crecimiento lento con nuevos permisos y una última etapa entre 1907 a 1913 donde volvió nuevamente el crecimiento acelerado.[5]  El primer tramo se inauguro en  agosto  de 1857,  que llevo el nombre de Ferrocarril del Oeste (FCO), la empresa fue promovida por un grupo de hombres de negocios, comerciantes y políticos de Buenos Aires. Se constituyó una sociedad por acciones, la colocación de títulos entre los inversores permitió la construcción de la línea ferroviaria, con tecnología traída desde Gran Bretaña. En 1862 una ley autorizo al poder Ejecutiva Provincial a comprar las acciones de las particulares. Por la apropiación de las acciones el Estado Provincial abono a sus accionistas las sumas invertidas más un interés anual del 6 % sobre ellas. De los 10 kilómetros habilitados se pasaron a 30 kilómetros en 1862 y a 160 km que se mantuvo hasta 1869.
El avance del ferrocarril desplazo los medios de transporte tradicionales, transformo el espacio físico, social y económico. La extensión de líneas férreas fue financiada por la provincia de Buenos Aires con una alta tasa de endeudamiento, que a partir de 1880 perjudico su prolongación al mismo ritmo inicial, llegando a 831 kilómetros en 1879. El alto rendimiento económico que tuvo la línea férrea durante el comienzo de su implementación fue en declive con el paso de los años e influenciado por las distintas crisis económicas ocurridas en el país en particular la de 1890.[6]La experiencia del Ferrocarril del Oeste les sirvió a las autoridades políticas para impulsar la inversión privada en la expansión de la red ferroviaria.
 En 1862 la Legistura de la provincia  Bs As otorgó a un intermediario británico Edward Lumb la construcción de una nueva línea férrea los Ferrocarriles del Sur (FCS). La extensión era de 114 kilómetros desde Buenos Aires a Chascomus. El promotor británico llevo el negocio a Londres por lo cual constituyo una sociedad que ofreció títulos en la Bolsa de Londres. Como incentivo la provincia otorgaba una concesión de 40 años con un rendimiento mínimo asegurado del 7 % sobre una  inversión máxima de 750.000 libras. La extensión de la línea férrea se realizo sin pausa donde la empresa recurrió al mercado de capitales mediante el uso de las acciones denominadas de extensión que desplazaron a las comunes.
Se aseguro a los inversores una rentabilidad fija mayor que las obligaciones que cotizaban en mercado. La proyección de la línea continúo  luego del compromiso provincial de no expropiar la empresa por 20 años, llegando a una extensión total de la línea en 1886 a 1.249 kilómetros. La línea férrea llevo el nombre de Ferrocarriles del Sur,con altos rendimientos económicos en la zona agrícola sur de la provincia de Buenos Aires. La empresa abono dividendos  a los accionistas ordinarios que oscilaron el 10 % anual desde 1880, con un valor de cotización que multiplico su valor nominal.[7]     
Otras líneas férreas menores se sumaron a las existentes de capitales británicos el Ferrocarril del Norte de Buenos Aires,  Ferrocarril Buenos Aires y Puerto de la Ensenada y el Ferrocarril de Buenos Aires a Rosario. Dentro de la órbita del gobierno nacional se utilizo a un promotor norteamericano para promover la construcción Ferrocarril Central Argentino (FCCA), que unía las ciudades de Rosario a Córdoba.  El gobierno nacional ofreció una garantía anual del 7% en dividendos más exenciones impositivas para asegurar  la inversión en  la obra. Por requerimiento del promotor norteamericano se agrego como garantía un subsidio en tierras de una legua a cada lado de la vía férrea solo en la zona rural.
 Los rendimientos del FCCA mantuvieron un aumento constante entre los años 1883 a 1886. Como empalme a esta línea se construyeron en 1873 el  Ferrocarril Andino (FCA) donde los trenes llegarían Villa Mercedes San Luis. En 1875 su sumo el recorrido Cordoba a Tucumán con el Ferrocarril Central del Norte (FCCN) construido por un empresario italiano por cuenta del Estado Nacional. Tambien se construyo el Ferrocarril Argentino de Este (FCAE) que unio las provincias de Entre Ríos y Corrientes.
Los cambios políticos que surgieron en el país a partir de 1886 con la presidencia de  Miguel Juárez Celman y la crisis económica de 1890 cambiaran las modalidades de explotación de las líneas férreas nacionales. La política oficial del gobierno  de privatización de la red estatal local transfirió a manos privadas la explotación del negocio ferroviario. Se mantuvieron las garantías de beneficios mutuos  con algunas modificaciones, se aseguraba al inversor que en determinada fecha la compañía tendrá a su disposición el pago de intereses y debentures. Se establecieron tasa y plazo de las garantías en su mayoría de 5 % por 20 años, salvo las inversiones francesas en donde el plazo era de 55 años.
La crisis económica de 1890 cambia las reglas de juego, los empréstitos acordados para la construcción de líneas férreas con la caída de la actividad económica se convirtieron en una pesada carga anual al presupuesto nacional. La salida de divisas al exterior para la compra de insumos importado, sumo al desbalanceo presupuestario la inestabilidad del sistema económico llevando a los gobiernos provinciales y al nacional a la cesación de pagos. La caída de las acciones de las empresas ferroviarias obligó a sacarlas del mercado durante un tiempo. La fusión de empresas ferroviarias facilito su reordenamiento en el momento de afrontar la crisis, reduciendo costos administrativos, mejorando tarifas y facilitando las combinaciones de trenes mejorando el servicio que se prestaba.
Entre 1901 y 1914 la recuperación del sistema económico facilito la expansión de las líneas férreas llegando en 1906 a más 20.000 km. A partir de 1907 el Estado Nacional participa directamente en el control de las actividades de las empresas a través de la Dirección General de Ferrocarriles dentro del marco normativo que la Ley N° 5315 proyecto del diputado Emilio Mitre. Los cuestionamientos que planteo la crisis de 1890 a las inversiones extranjeras, la ley creo un clima favorable para la inversión extranjera, donde los inversores obtendrían la remuneración del capital invertido, pero no podrían aumentar sus ganancias a costa de quienes usaban el servicio.
 El Ferrocarril del Sud pasó a explotar más de 4000 kilómetros a casi 6000 kilómetros en 1913. El Ferrocarril del Oeste extendió en mayor extensión sobre el mismo periodo de 1600 kilómetros a 3.000  kilómetros. El Ferrocarril Buenos Aires y Rosario fusionado con el Ferrocarril Central Argentino creció de 4.000 km a 5.000 km y el Ferrocarril Buenos Aires al Pacifico se extendió en el mismo nivel que el anterior.[8]

La posición nacionalista versus la tesis liberal sobre la inversiones extranjeras y los ferrocarriles

El análisis de Raúl Scalabrini Ortiz en su obra Política británica en el Rio de la Plata[9] plantea el sentido de dependencia del sistema económico argentino ante las inversiones extranjeras de origen británico. Responsabilizando a esta dependencia al atraso económico argentino al estallar la crisis de 1929 donde queda en manifiesto la situación real de la Argentina. Scalabrini Ortiz plantea que la realidad del  país se encuentra simulada bajo una opulencia ficticia provocada por la economía primaria agroexportadora.
Fernando Henrique Cardozo y Enzo Falleto en su trabajo Dependencia y desarrollo en América Latina[10],  describen que las naciones subdesarrolladas no solo ofrecen ciertas características económicas comunes, en donde predomina el sector primario y una fuerte concentración de la renta. Un predominio del sector externo sobre el interno, donde los países desarrollados ocupan un espacio en el sistema económico que lleva  a la elaboración de un nuevo concepto de “dependencia”.
 Scalabrini Ortiz  realizo su investigación tomando la composición de los grupos inversores británicos  y las empresas que formaron en Argentina. Asegurando que la decisiva participación de la diplomacia inglesas en pro de la coordinación del transporte ferroviario mediante la promulgación de leyes que le aseguraban un rendimiento superlativo a las empresas británicas. Cardozo y Faletto consideran que para América Latina el centro hegemónico fue Inglaterra relacionado la necesidad  de proveerse de materias primas de los países periféricos. El centro hegemónico controlaba fundamentalmente la comercialización de la periferia sin sustituir a la clase económica local.
Desde el punto de vista liberal H.S.Ferns en su obra Gran Bretaña y en Argentina. En el siglo XIX[11] considera que las inversiones británicas causaron un beneficio mutuo en la relación comercial que se planteo entre ambos países. Afirma además que las decisiones del gobierno argentino fueron realizadas en forma autónoma, dejando de lado toda intervención de la diplomacia británica en la toma de decisiones. Como también se describe en el ensayo de D.C.M  Platt “El imperialismo económico y el hombre de negocios Inglaterra y América Latina antes de 1914”[12] la metodología de los negocios británicos en Latinoamérica, tanto comerciales como industriales, era la asociación de un grupo de individuos que utilizaban recursos de capitales propios que  obtenían d modo privado sin participación del gobierno británico.
Scalabrini Ortiz planteaba que los ingresos brutos de los ferrocarriles argentinos en manos extranjeras generan la misma cantidad de ingresos que el gobierno nacional. Esto les permitiría afectar el desarrollo de las distintas actividades económicas que se producen en el país para beneficiar la importación de productos británicos. Transfiriendo sus ganancias a sus casas centrales o atesorarlos, interfiriendo a su beneficio en el mercado bursátil  para bajar o subir sus títulos según su conveniencia.
También el manejo discrecional de la empresa británicas del valor de las tarifas les permitió  regular las distintas actividades industriales que interferian y competían  con los productos británicos o desarrollen una actividad industrial local. En su libro Los ferrocarriles deben ser argentinos Scalabrini Ortiz cita un telegrama de "La Nación" del 22 de Marzo de 1936 nos revela esta política. "The Economist" opina, decía el telegrama, que "el verdadero peligro de la Argentina -para el extranjero— está en que el país evoluciona cada vez más hacia el nacionalismo industrial".[13]
H.S.Ferns sostiene contrariamente con la postura de Scalabrini Ortiz, en que los inversores británicos no hicieron grandes fortunas en las primeras etapas de los ciclos de inversiones. Porque las grandes fortunas tocaron a los intereses rurales y a los banqueros inversores que negociaban  títulos públicos del estado nacional. D.C.M Prats aporta que pocas empresas privadas británicas durante el siglo XIX eran los suficientemente grandes para ejercer un control capitalista sobre los mercados mundiales.
Scalabrini Ortiz fortalece su discurso argumental sobre la dependencia británica al citar al senador Palacios en su discurso parlamentario del 28 de septiembre de 1936 “…Los ferrocarriles ingleses no buscan únicamente sus ganancias. Además del proceso lucrativo los ferrocarriles ingleses de la Republica Argentina obedecen, como toda propiedad inglesa a los intereses vitales de los ingleses….”[14]. Dentro de esta línea argumental  la política británica considera al ferrocarril como un  instrumento de asfixia de las industrias locales. Parafraseando a Allen Hunt  en su obra El fin de las crisis, las inversiones que los británicos realizan en los países semicoloniales no tienen el mismo fin que en su país de origen, impulsando solo una estrategia extracción de los recursos naturales y de antiprogreso de los procesos industriales del país local.
En contraposición D.C.M Pratt afirma que en el siglo XIX no existía en Inglaterra interés sobre los recursos de Latinoamérica, porque la economía británica poseía su propio combustible el carbón, hierro y el cobre aun no era esencial para su economía. Con lo que respecta al siglo XX afirma solo negocio el gobierno británico con el gobierno mexicano por el petróleo, con la tendencia de compra productos donde fueran más baratos. Consideraba que el principal interés británico sobre Latinoamericana en una primera etapa es colocar sus productos manufacturados en el mercado local. Luego colocar sus capitales en los mercados financieros, viendo finalmente a las republicas como proveedores de materias primas para las industrias.
Como final de su argumentación Scalabrini Ortiz afirma que el sistema capitalista en la Argentina no existe. Ya que en el país no existen más capitales nacionales genuinos que los británicos. Y la acumulación de esos capitales británicos surgió por el esfuerzo de los trabajadores argentinos. Referenciando como ejemplo que en 1885 en el FCO se construían locomotoras y vagones que eran propiedad de la provincia. Sobre 1.444 coches de pasajeros que había en el país 803 eran construidos en Inglaterra, 257 en los Estados Unidos y 219 en la Argentina.[15] Luego de la fusión de los ferrocarriles posterior a la crisis de 1890 los talleres argentinos solo fueron reducidos a tareas de mantenimiento. La dinámica de las inversiones británicos destinadas a la explotación ferroviaria solo tuvieron como objetivo la explotación de los recursos naturales del país, la paralización de cualquier actividad industrial local y la fuga de capitales hacia Inglaterra.

Conclusión.
Entre 1870 y 1913 Argentina se inició un crecimiento económico sostenido por el desarrollo de la economía agrícola exportadora, que lo llevo a ser el país con el mayor aumento de PBI a nivel mundial con una tasa media anual de crecimiento compuesto del 2,5 %. Para Scobie, los ferrocarriles modificaron el espacio rural mucho más drásticamente que la expulsión de los indios. La década del 80 señalo un periodo de muy rápida expansión de la red ferroviaria valorizando esencialmente tres puertos Bahía Blanca, Buenos Aires y Rosario, y sobre ellos se estructuro básicamente la red. La presencia del ferrocarril fue decisiva en el movimiento físico de las exportaciones[16]. El gobierno argentino se vio en la necesidad de tener que utilizar fondos extranjeros para iniciar la etapa de modernización indispensable para poder ingresar al mercado  económico mundial.
Como refiere Andres Regalsky en su trabajo Las inversiones extranjeras en la Argentina (1860-1914)[17],   la creciente división internacional del trabajo contribuyó a modelar la distribución geográfica y sectorial de las inversiones externas. La acumulación y centralización de capital en los países exportadores fue lo que generó la posibilidad misma de que se produjeran dichas inversiones. Las necesidad de capital extranjero para encarar el proceso de modernización de la economía  fue indispensable ante la falta de capitales propios en un país en pleno proceso de organización defintiva.
La ausencia de controles del Estado en las primeras etapas de los ciclos de inversión permitió a los fondos extranjeros establecer pautas propias en la cadena comercialización de los servicios que prestaba. Luego de la crisis de 1890 se replanteo esa función de contralor del gobierno sobre los valores de las tarifas y la calidad del servicio que prestaban en la economía argentina. El dejar hacer del gobierno nacional para permitir la llegada de las inversiones sin duda favoreció actitudes oligopólicas de las empresas británicas. Scalabrini Ortiz deja claro en sus argumentos que la participación de la diplomacia británica tuvo en las ultimas etapas de los ciclos de inversiónes una injerencia directa sobre los temas políticos y económicos sento las bases de cierta dependencia del centro hegemonico británico sobre los países periféricos subdesarrollados.
El cuestionamiento principal que cabe plantearse es cual debe ser el papel del Estado debe cumplir como contralor al momento de promover las inversiones extranjeros. El grado de dependencia que un estado periférico en vías de desarrollo estará dado por el grado de intervención que tenga el gobierno local para controlar el destino de los fondos invertidos. Promoviendo el desarrollo de obras productivas con un margen de ganancia acorde con los resultados que ofrecen las compañías en sus servicios. Reconociendo también el riesgo del capital invertido, asegurando las mismas condiciones competitivas con las empresas de origen local.



Bibliografía

Fernando Enrique Cardozo y Enzo Faletto. (1977). Dependencia y desarrollo en America Latina. Buenos Aires: Siglo XXI Editores.
Ferns, H. S. (1968). Gran Bretaña y Argentina en el siglo XIX. Buenos Aires: Solar-Hachette.
James, S. (1968). Revolucion en las pampas.Historia social del trigo argentino 1860-1910. Buenos Aires.
Lopez, M. (2000). Ferrocarriles, Deuda y Crisis. Buenos Aires : Editorial de Belgrano.
Platt, D. (1978). El imperialismo economico y el hombre de negocios.Inglaterra y America Latina en R.Owen B.Sutcliffe,Estudios sobre las teorias del imperialismo. Mexico: ERA.
Rigalsky, A. (1986). Las inversiones extranjeras en la Argentina (1860-1914). Buenos Aires: Editor de America Latina.
Rocchi, F. (2000). "El pendulo de la riqueza; la economia argentina en el periodo 1880-1916",en Mirta Lobato, "El progreso, la modernizacion y sus limites(1880-1916)". Buenos Aires: Sudamericana.
Scalabrini Ortiz, R. (1940:2001). Politica Britanica en el Rio de la Plata. Buenos Aires: Plus Ultra/Clarin.
Schvarzer, J. y. (2006). La primera gran empresa de los argentinos. El Ferrocarril del Oeste (1854-1862). Buenos Aires : Fondo de Cultura Economica.



[1] Regalsky, A. (1986).” Las inversiones extranjeras en la Argentina (1860-1914)”. Buenos Aires: Editor de America Latina.
[2] Idem1
[3] Platt, D. (1978). El imperialismo economico y el hombre de negocios.Inglaterra y America Latina en R.Owen B.Sutcliffe,Estudios sobre las teorias del imperialismo. Mexico: ERA.
[4] Rocchi, F. (2000). "El pendulo de la riqueza; la economia argentina en el periodo 1880-1916",en Mirta Lobato, "El progreso, la modernizacion y sus limites(1880-1916)". Buenos Aires: Sudamericana.
[5]Mario Justo Lopez (H),Jorge Waddell.”Nueva historia del ferrocarril en la Argentina:150 años de política ferroviaria”, Buenos Aires,Lumiere,2007.
[6] Schvarzer, J. y Teresita Gomez. (2006). “La primera gran empresa de los argentinos. El Ferrocarril del Oeste (1854-1862)”. Buenos Aires : Fondo de Cultura Economica.
[7] Mario Justo Lopez (H),Jorge Waddell.”Nueva historia del ferrocarril en la Argentina:150 años de política ferroviaria”,Buenos Aires,Lumiere,2007.
[8] Mario Justo Lopez (H),Jorge Waddell.”Nueva historia del ferrocarril en la Argentina:150 años de política ferroviaria”,Buenos Aires,Lumiere,2007.
[9]Scalabrini Ortiz, R., Politica Britanica en el Rio de la Plata. Buenos Aires”, Plus Ultra/Clarin.1940:2001
[10] Fernando Enrique Cardozo y Enzo Faletto. Dependencia y desarrollo en America Latina. Buenos Aires: Siglo XXI Editores.1977.
[11] Ferns, H. S. , Gran Bretaña y Argentina en el siglo XIX. Buenos Aires: Solar-Hachette.1968.
[12]Platt, D. ,” El imperialismo economico y el hombre de negocios.Inglaterra y America Latina en R.Owen B.Sutcliffe,Estudios sobre las teorias del imperialismo. Mexico: ERA.1978.
[13] Scalabrini Ortiz, R., “ Politica Britanica en el Rio de la Plata”. Buenos Aires: Plus Ultra/Clarin.1940:2001.
[14] Idem

[15] Datos de la Estadística de los Ferrocarriles en Explotación 1895
[16] SCOBIE, James: Revolución en las pampas. Historia social del trigo argentino 1860-1910, Buenos Aires, 1968.
[17] Regalsky, A. (1986). Las inversiones extranjeras en la Argentina (1860-1914). Buenos Aires: Editor de America Latina.